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2 diciembre, 2019

Las tablas mágicas

No dejo de comprobar, cada vez que tengo la suerte de subirme a un escenario, que es allí donde realmente se aprende de qué va todo esto, que la experiencia es un más que un grado (y qué importa los que tengas) y que ningún profesor de canto, de movimiento o de armonía, ningún libro o partitura, ningún compositor, director o repertorista te puede enseñar verdaderamente lo que el abismo frente al proscenio te cuenta cada noche.